Ante todo, conviene estudiar, por poco que sea, el carácter o el genio de la mujer que se quiere conquistar y dirigir y regular la norma de conducta con arreglo al resultado que se ha obtenido de dicho conocimiento.
Será inútil recomendar, conforme a los recursos de cada cual, un traje, si no elegante o rico, por lo menos de una limpieza insuperable. El hombre puerco está incapacitado para enamorar.
Hay que advertir que esta limpieza, no sólo se requiere para la ropa, sino también para todas las restantes partes del cuerpo.
Observada esta primera condición, tómese seis meses después, el corazón a una culebra: la culebra, al cabo de mayor o menor espacio de tiempo, morirá, tómese entonces su cabeza, y tuéstese sobre una chapa caliente a fuego lento, redúzcase a polvo, machacándola con un almirez, después de haberla mezclado con algunas gotas de láudano. Cuando se quiera usar esta receta, restriegúense las manos con una parte de esta preparación. El efecto es seguro.
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