Siete,
has descendido el séptimo escalón. Perfecto. Posiblemente notarás que esa
agradable sensación que produce la relajación se apodera de tus hombros, de tus
brazos... No se excluye que sientas una pesadez mayor en un brazo que en otro.
Puede que todavía tengas la impresión de que el brazo izquierdo pesa más que el
derecho. O puede ser también que sientas más pesado el brazo derecho que el
izquierdo. No importa. Lo esencial es que seas cada vez más consciente de esa
agradable sensación de relajación que experimentas. Tal vez esta sensación te
dé la impresión de pesar más. O quizá al contrario: te sientes más ligero. No
tiene ninguna importancia.
Ocho,
te encuentras en el octavo escalón. Tal vez notes que, a pesar de la sensación
de relajación que te invade poco a poco, tu corazón late más deprisa, con más
fuerza... Puede ser que notes también un escozor en los dedos... o que tus
párpados pestañeen...
Nueve,
desciendes el noveno escalón. Tu respiración es lenta y profunda. Te relajas.
Notas que tu cuerpo está cada vez más relajado bajo el efecto de esa sensación
que disfrutas...
Diez,
desciendes el décimo escalón y te encuentras a mitad de camino del final de la
escalera. Puede que en tu mente surja alguna duda; puede que te preguntes a
dónde lleva todo esto. Pero, al mismo tiempo, eres consciente de este hecho:
sólo importa tu relajación, una relajación sumamente agradable que se apodera
de todo tu cuerpo...
Once,
ya estás en el undécimo escalón. Probablemente notarás el aumento considerable
de tu sensación de pesadez, una pesadez agradable que te relaja cada vez más,
que te protege de cualquier trastorno, de cualquier preocupación...
Doce,
bajas el duodécimo escalón. Quizá te parece que mi voz resulta más audible. Me
oyes mucho mejor, captas más fácilmente cada una de mis palabras. Y, a la vez,
te sientes cada vez más relajado, cada vez más protegido de toda
preocupación...
Trece,
te encuentras en el decimotercero y disfrutas con mayor intensidad de la
relajación que se ha apoderado de tu cuerpo...
Catorce,
desciendes el decimocuarto escalón. Puede ser que sientas una agradable
sensación de hundimiento, como si tu cuerpo se hundiera cada vez más en el
sillón. No existen las preocupaciones ni los trastornos. El sillón te sostiene,
te envuelve de manera segura, hace nacer en tu cuerpo una agradable sensación
de calor, y te sientes perfectamente a gusto.
Quince,
llegas al decimoquinto escalón. Has dejado atrás las tres cuartas partes del
camino. Tu relajación es profunda, cada vez más profunda. Nada te importuna, no
tienes que cumplir con ninguna obligación, puedes gozar completamente de esta
relajación...
Dieciséis,
has bajado el decimosexto escalón. Tal vez te preguntes qué impresión tendrás
cuando llegues al final de la escalera. Pero al mismo tiempo percibes
perfectamente la sensación agradable que te causa esta relajación cada vez más
profunda, este estado en el que nada te molesta, nada te distrae, nada te
inquieta...
Diecisiete,
has llegado al decimoséptimo escalón y te acercas cada vez más al final de la
escalera. Probablemente tu corazón late con más fuerza. Puede ser que la
agradable pesadez de los brazos y las piernas se acentúe. De cualquier forma,
eres consciente del hecho de que lo único que importa es la sensación que te
está brindando esta experiencia, esta relajación agradable que elimina todo lo
que podría molestarte o inquietarte...
Dieciocho,
estás en el decimoctavo escalón, muy cerca del final de la escalera, liberado
de cualquier preocupación de cualquier problema, y gozando de una relajación
extraordinaria, que se va a profundizar. Tu cuerpo pesa, pesa y está relajado.
Te sientes a gusto, perfectamente relajado. Ninguna obligación te impide
entregarte completamente a la relajación . te encuentras bien, nada te molesta
y notas la sensación agradable y tonificante que te aporta tu respiración
regular...
Diecinueve,
has bajado el decimonoveno escalón, estás muy cerca de la meta. Gozas de una
despreocupación total que te permite saborear plenamente la relajación. Te
sientes muy bien. Descansado, perfectamente a gusto y al mismo tiempo
absolutamente consciente de lo que pasa. ¡Atención!
Veinte,
ya está, te encuentras al final de la escalera. Te sientes profundamente
relajado. Y esta sensación continúa acentuándose. Con cada inspiración aumenta
tu relajación.
Sigues respirando pausada y regularmente, y tu
relajación se acentúa a medida que lo haces. Pero nada te impide escuchas
atentamente lo que voy a decirte.
(Ahora es aconsejable aplicar un método de
profundización o incluso, aplicar cualquier método hipnótico en el que se
comience con los ojos cerrados.)
(Para despertar al sujeto, dile que vas a contar de
veinte a uno, que seguramente lo habrá adivinado, tiene que ir subiendo la escalera,
y al llegar al final, podrá despertarse y se encontrarse muy bien.)
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