La caza de brujas fue una actividad
recurrente en la Edad Media y hasta bien entrada la Edad Moderna. Sobre esta
práctica se ha fantaseado mucho en la literatura y en el cine. Abundan
historias y anécdotas al respecto. Por ello, queremos mostrar en este post
algunas verdades al respecto.
¿Cuándo se inicia la caza de
brujas y qué consecuencias tuvo?
No se puede decir
que la actividad de la caza de brujas
tuvo un origen específico. Antiguas culturas como la egipcia y la persa
condenaban a la muerte a personas que se consideraban prácticas de magia
maligna. No se les daba el grado o nombre de “brujas”, pero eran algo bastante
similar. Lo cierto es que es una tendencia que ocurre desde hace siglos, pero
que en el mundo occidental tiene registros luego del año 1000 dc.
Sucede que muchas
personas dejan de ir a la Iglesia y creer a los sacerdotes sus palabras. En
tiempos medievales muchos se refugian en supercherías y supersticiones. Esto es
una consecuencia de la llamada crisis del Milenio, ya que se solía creer que
luego de mil años de muerto Jesucristo vendría el fin de los tiempos. Lo cierto
es que semejante apocalipsis no sucede, entonces la masa humana deja de tener
miedo en Dios. ¡A fin de cuentas su castigo divino nunca llegó!
La caza de brujas acontece como una manera
desde la cual la religión católica busca frenar el auge de quienes hacen magia
y hechicería. Estas personas les restaban súbditos. La gente dejaba de ir a las
iglesias e iban a aquelarres, conventillos de magos y gente que daba servicios
como adivinos. No obstante, es cierta población femenina la que termina siendo
víctima de las principales persecuciones.
Ciertas mujeres
eran acusadas de tener un poder sobrenatural. En buena medida, la caza de brujas muestra un notable miedo
a lo femenino. Los sacerdotes siempre eran hombres y las monjas han contado con
una dignidad menor a la de los clérigos.
Una mujer que sabía
de magia era un peligro. Cuando las cosechas fracasaban, por ejemplo, se
endilgaba la culpa a unas brujas. Igualmente, si una madre abortaba o sus hijos
morían, se hacía lo mismo. También, toda mujer infértil era sospechosa de
brujería. Igualmente, si no se casaba o daba muestras de lesbianismo. Además, en
el mundo femenino siempre hay toda clase de rumores y competencias. Por eso,
cuando una mujer tenía rivalidad con otras, la acusaba de brujería para que la
quemaran en la hoguera.
La inquisición: principales
cazadores de brujas de todos los tiempos
Podemos hablar de caza de brujas en el siglo XIII, cuando
el Papa Alejandro IV gira las instrucciones de crear un brazo de la Iglesia
Católica destinado a eliminar a los herejes. La verdad es que se forma algo
parecido a una “agencia de inteligencia actual”. Los inquisidores eran hombres
entrenados para compilar rumores, hábiles perseguidores y torturadores. Se
enteraban de cualquier pista que implicase a una mujer en la brujería,
detectaban a la persona, la encarcelaban y la torturaban para que confesase.
Por lo general, la caza de brujas se basaba más en rumores
que en pruebas reales. Los inquisidores oían o aceptaban todo tipo de
denuncias. En primer lugar, a la gente se le daba la categoría de sospechosos.
Luego, se les hacía seguimiento. Si empezaban a suceder cosas extrañas en su
localidad o lo sitios donde andaban, como por ejemplo sequías o muertes
inesperadas, se solía achacar a las posibles brujas esas calamidades. Entonces,
se les buscaba y encarcelaba. Solían hacerse juicios y las acusadas denunciaban
a otras mujeres de dedicarse también a la brujería. Si eran halladas culpables,
se les sometía a condenas bastante crueles.
Las penalidades dadas a las
mujeres consideradas como brujas
Son muchas las
torturas que sufrían las brujas. Quienes se dedican a la caza de brujas es gente con un nivel de crueldad bastante
acentuado. Algunas de los castigos más comunes son los siguientes:
●El garrote: en este caso la bruja era
atada de pies y manos a un poste. Este poseía un mecanismo especial en forma de
tornillo que hacía colocar la cabeza hacia atrás. Una vez hecho esto, la mujer
moría por asfixia lentamente.
●La hoguera: se trataba del castigo más común.
La bruja era amarrada a un poste y a sus pies se colocaban leños ardientes.
Estos leños se encendían y la víctima era calcinada viva, con desgarradores
gritos de dolor. Una forma de muerte bastante cruel con la cual se sentenciaba
a quienes caían en las garras de la caza
de brujas.
●Descuartizamiento por caballos: las cuatro extremidades de la víctima son atadas a cuatro caballos.
Cada uno de estos animales empieza a tirar hasta que los brazos y piernas se
desprendían del tronco.
●La silla sumergible: la
supuesta bruja es atada a una silla pesada, que se hunde en el agua. Luego, es
arrojada a un río o lago. De esa manera, moría lentamente por ahogamiento. Otra
forma de muerte cruel, aunque a los espectadores les divertía menos que la
hoguera.
Los anteriores son
los castigos más recurrentes en la caza
de brujas. Había muchos otros, pero algunos son tan horribles que
preferimos no narrarlos en estas líneas que tienen una función meramente
informativa.
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