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Dicen que el hombre es él único animal que tiene la certeza de la muerte ¿Sería posible prever la fecha de su desenlace?
Allan Kardec, en su sabiduría, tuvo el cuidado de proponer a los Espíritus una cuestión más o menos equivalente. Y ellos respondieron que tanto el olvido del pasado como el desconocimiento del futuro constituyen, en cierto modo, una bendición de Dios, impidiendo que el hombre tenga lucidez total. Sólo los individuos espiritualizados pueden enfrentar con tranquilidad el conocimiento de su desencarnación. Se cuenta que Fray León preguntó, cierta vez, a Francisco de Asís: - “Hermano Francisco, si usted supiese que iba a morir, hoy, por la tarde, ¿qué haría? Y el santo contestó: - “continuaría plantando en mi jardín…” Estaba perfectamente preparado para abandonar el cuerpo, por la certeza que tenía de la vida espiritual.
Muchas veces el mayor problema de la madre soltera es la crítica social, que, sin piedad, alcanza a la gestante. Muchas veces, esas criaturas son llevadas a practicar el aborto por vergüenza, miedo, preconcepto y por otros motivos. ¿Qué podría decir para amenizar la suerte y la imagen de esas criaturas, que a fin de cuentas, abrigan en su vientre a Espíritus que vienen al mundo?
Diríamos que la maternidad, en cualquier circunstancia, es una bendición de Dios. Desde que la mujer tenga la nobleza de asumir la responsabilidad, como resultado de la práctica del acto sexual, ella se eleva a recuperarse delante de sí misma y de la comunidad donde fue colocada a vivir. Poco importa que se diga que no es una maternidad legal, ya que ella es siempre moral, desde que la madre esté ofreciendo al fruto de aquel momento de amor la oportunidad de una vida edificante. Diríamos, a esa hermana, que la maternidad debe ser llevada adelante, porque el aborto, además de un crimen, es un mal ignominioso, ya que es aplicado contra un indefenso. La maternidad, por lo tanto, es una dádiva divina. Se debe recibir, pues quien llega es un alma sedienta de cariño, que busca un lugar al sol.
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