Su uso se remonta a la más lejana antigüedad, y ha sido y es propio de todos los países y de todos los tiempos.
Los egipcios usaban como valioso talismán la figura de un escarabajo.
Los griegos daban a los talismanes diferentes nombres, según las propiedades que les atribuían.
Los romanos tenían pequeñas figuras de bronce que llevaban consigo. La "buya" o dije de oro que los generales o cónsules llevaban al cuello en la ceremonia de la Ovación, conteman talismanes.
Lo que llamamos actualmente "higa", que no es más que la figura del puño cerrado sacando el dedo pulgar entre los dos inmediatos, era otro de los talismanes más usados. Los gentiles llevaban colgada del cuello una de estas figuras, con la que creían preservarse del "mal de ojo".
Los moros las usan aún; y entre nosotros no se ha desterrado todavía poner una "higa" entre los dijes que se prenden del cuello de los niños.
Puede decirse que los talismanes son jeroglíficos de los egipcios, que han sido los promotores de esta práctica, que representaban las imágenes de Isis, Serapis y Osiris, símbolos del Sol, de la Luna y de la naturaleza; los hebreos tenían los caracteres de su escritura, y les estaba vedado trazar en ellos ninguna otra figura. Los rabinos, que hacían profesión de filosofía oculta, eran afectos en su teología y en los misterios de su religión a emplear palabras sagradas para hacer hablar a los oráculos; empleaban en sus prácticas encantamientos, sortilegios y adivinaciones. Se ve frecuentemente en sus cuadriláteros y triángulos figurar los nombres de Jehovah, Adonai, Sabaoth, etc., a los cuales atribuían el poder de preservarles y sacarles de los mayores males y peligros.
Sus talismanes, que han sido conservados, estaban trazados sobre trozos de pergamino, o en láminas de oro, de plata, de cobre o de plomo.
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