El novicio, para poder hacer los experimentos, invocaciones y conjuros, deberá en primer término estar libre de prejuicios, tener despejada su imaginación de todo pensamiento que no sea dedicado al trabajo que vaya a ejecutar. Se lavará con agua de río, perfumándose luego con los polvos de rosa y lirio de Florencia. Al lavarse dirá; Purifica esta agua que voy a usar ¡oh poderoso Adonay!; para que a mi vez sea purificado y limpio, a fin de ser digno de poderte contemplar en toda tu majestad y belleza. Así sea.
Una vez lavada la cara y la cabeza, te secarás con mucha tranquilidad y reposo, y luego tomarás los polvos de rosa y lirio con los dedos pulgar e índice de la mano izquierda y los echarás sobre el cabello y barba. Asimismo se perfuman los vestidos, y al ponerse cada prenda, se dirá: las gracias de Adonay se coloquen sobre mi persona con igual voluntad y cariño como yo cubro mi cuerpo con esta prenda que tengo preparada con todas las reglas del arte, a fin de hacerme digno de los espíritus a quienes haya de invocar. Así sea. Una vez que se halle revestido de todas las prendas, dirá: En esta hora solemne quiero, invocaros con toda mi voluntad y buen deseo a vosotros, espíritus excelsos que me acompañáis en mis trabajos, Astroschio Asath, Bedrimubal, Felut, Anabotos, Serabilem, Sergem, Gemen, Domos y Arbatel, para que me seáis propicios y me iluminéis en aquellas cosas que mi inteligencia humana no puede comprender con verdadera claridad, supHen-do aquellos defectos que en mis trabajos haya, en atención a mi buen deseo y voluntad. Así sea.
Luego de practicado lo dicho, se puede pasar a ejecutar el trabajo que se quiera.
Las invocaciones son iguales para el novicio que para el iniciado o maestro; únicamente se distinguen las prácticas en que el novicio debe usar la súplica, el iniciado la persuasión; y el maestro el dominio o mando. Esto podrá variar, sin embargo, según el carácter valor y energía de la persona que practique.
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